Mi amiga y yo estábamos cenando en un restaurante elegante, y de repente, mi amiga notó unos diminutos granos negros en la superficie de la ensalada. Al principio pensamos que eran semillas de chía, pero las bolitas empezaron a moverse. Llamé al camarero horrorizada.
Después de darnos cuenta de lo que era, fuimos inmediatamente al hospital. Te lo digo también, y ten cuidado. Continúa en el artículo debajo de la foto.
Solo queríamos una cena tranquila. Nada especial: un restaurante acogedor en el centro, platos aromáticos, música tranquila. Pero la noche se convirtió en una auténtica pesadilla.
Mi amiga pidió una ensalada con aguacate y quinoa. Todo parecía delicioso hasta que de repente se quedó paralizada con el tenedor a medio camino de la boca.
«¿Ves eso?» —preguntó, señalando algo en su plato.
Había diminutos granos negros en la superficie de la ensalada que parecían semillas de chía. Por un segundo, incluso pensamos: «Quizás sean solo especias o algún aditivo de moda».
Pero su rostro se puso cada vez más tenso.
«Estas no son semillas… Mira, ¿parecen… moverse?»
Nos acercamos y se nos heló la sangre en las venas. Estas «semillas» sí se movían. Pequeñas bolas casi transparentes con puntos oscuros dentro… Eran huevos. Huevos de algún tipo de insecto. Justo en la comida.
Al principio hubo un susto, luego un grito. Los camareros corrieron e intentaron decir algo, pero ya estábamos llamando a una ambulancia. No teníamos ni idea de qué tipo de criatura había puesto huevos en la comida, ni si se había metido algo dentro.
Mi amiga empezó a entrar en pánico, ya fuera por miedo o por náuseas.
En el hospital, nos examinaron, nos hicieron pruebas, nos recetaron medicamentos «por si acaso» y recomendaron controlar los síntomas. Y el restaurante… pusimos una queja, por supuesto.
Intentaron justificarlo diciendo que fue un «fallo técnico» o «entrega de ingredientes en mal estado», pero nos dio igual. Después de una cena así, es imposible recuperar la confianza.
Ahora, cada vez que veo chía, recuerdo esa noche.