Colocar un chip debajo de la piel de una mascota es una práctica común. Cuando un hombre de California perdió a su amado gato Chebon, esperaba que el chip le ayudara a encontrar a su mascota.
El hombre incluso retrasó un año su mudanza a otra ciudad porque amaba mucho a su gato. Pero todas las investigaciones no dieron resultados. Nadie vio al animal. Al final, el propietario se dio por vencido y se fue a Ohio. Y de repente, recientemente, un residente llevó un gato sin hogar a un refugio de animales local de California.
El animal estaba deshidratado, hambriento y aparentemente viviendo en las calles. Sin embargo, después de un examen, le encontraron un microchip, gracias al cual supieron que el “huérfano” tenía dueño.
Cuando el hombre se enteró de que habían encontrado a Chebon, no podía creer que esto hubiera sucedido después de tantos años.
Sin embargo, cuando llegó al refugio de animales, vio a su gato. Lo que es aún más interesante, Chebon también reconoció al dueño y de inmediato se subió a sus brazos. Una simple manipulación ayudó a traer la mascota de vuelta a casa incluso después de siete años. Los chips modernos son algo así como un pasaporte veterinario y no están equipados con un transmisor GPS.
Por lo tanto, en caso de pérdida, solo se puede esperar que alguien que cuide de un animal sin hogar lo lleve a una clínica o refugio de animales. Sólo en este caso los empleados podrán conocer la implantación del chip y ponerse en contacto con el propietario. Se desconoce cómo Chebon logró vivir durante tantos años sin que nadie se diera cuenta.
