El bosque invernal respiraba silencio. El río estaba cubierto de hielo y parecía que nada podía perturbar esa paz. Pero de repente el cazador notó una mancha oscura en la superficie del agujero. Al acercarse, se dio cuenta de que un lobo estaba atrapado en el agua. El animal, exhausto e impotente, se aferró al borde del hielo con sus patas, intentando salir, pero las fuerzas lo estaban abandonando. 😢
Sin pensarlo, el cazador corrió a ayudar. Sabía lo peligroso que podía ser un depredador así, sobre todo en el miedo y el dolor, pero algo en su mirada, en la forma en que luchaba por su vida, no le permitía pasar de largo. Después de haber sacado con dificultad al lobo del agua helada, el cazador lo envolvió y lo llevó a casa.
El cazador aún no tenía idea de cuál sería el resultado de su buena acción. Olvidó que un lobo sigue siendo un depredador y es capaz de tales cosas… Continúa en el primer comentario⬇️⬇️
El cazador le puso al lobo el nombre de Gray. Gracias a los cuidados del hombre y su hijo, el depredador se recuperó poco a poco, pero nunca logró ser domesticado. Había todavía una libertad salvaje en sus ojos, y aun así no salió de la casa.
Los rumores sobre esto se extendieron rápidamente por toda la zona. La gente no confiaba en el lobo: lo veían como una amenaza. El cazador comprendió que mantener cerca a un animal salvaje era peligroso, pero liberarlo en el bosque, donde reinaban sus propias leyes, era aún más aterrador.
Y él no sabía que ese animal rescatado un día pagaría la deuda y lo salvaría.
Una tarde de finales de invierno, el cazador fue al bosque para revisar las viejas trampas. No regresó ni para cenar ni para pasar la noche. El hijo se preocupó, pero sabía que su padre a menudo pasaba la noche en el bosque.
Sólo a la mañana siguiente, cuando el lobo empezó a aullar en la puerta, ansioso y estridente, el hijo se dio cuenta de que algo le había sucedido a su padre.
Mientras tanto, en lo más espeso del bosque, el cazador yacía en la nieve, atrapado en una trampa que se había cerrado de golpe sobre su pierna. Llamó, pero no había nadie alrededor. Con cada hora que pasaba la esperanza disminuía.
Pero de repente se oyó un crujido de ramas. Crujido. Apareció una sombra gris. Lobo.
Gray no se apresuró hacia el cazador; Él estaba parado cerca, mirando. Y luego desapareció, rápida y silenciosamente.
El cazador perdió la noción del tiempo y ya empezaba a caer en un semiolvido cuando escuchó gritos. ¡Hijo! Varios hombres del pueblo acudieron en su ayuda, liderados por un lobo.
“¿Él… él te trajo?” -susurró el cazador.
Gray estaba de pie cerca de la gente. Miró al cazador larga y tranquilamente. Y luego, como si hubiera cumplido con su deber, se dio la vuelta y se internó en el bosque.
Nadie lo ha vuelto a ver desde entonces. Pero el cazador lo sabía: la deuda había sido pagada.