La jueza apenas podía creer lo que leía en el trozo de papel.
“Disculpe, ¿podría repetirme el motivo del divorcio?”
«¿Está todo ahí, no? ¡Divorciaos de esta mujer y punto!»
—¡Sí, por favor! Yo tampoco quiero saber nada más de él. ¡Sepáranos! Ya tienes nuestra propuesta, ¿no?
El juez apenas pudo evitar una sonrisa.
Justo cuando estaba a punto de decir algo, la pareja comenzó a discutir aún más violentamente.
“He pasado por tantas cosas contigo y nunca escuché un solo ‘gracias’ de tu parte”.
¿Qué? ¿Pasaste por esto conmigo? ¡Viví contigo como si estuviera en un volcán en llamas!
¡No deberías haberme golpeado con la sartén!
“¿Y qué hiciste tú?”
Veo que llegaste al juzgado un poco antes. Parece que aún no te has contado todo. Ahora escucharemos la declaración del policía del pueblo.
Con paso importante el policía entró en la sala del tribunal.
Informó que los vecinos lo habían llamado porque en el departamento de enfrente había gritos.
Cuando entraron, el marido estaba tendido en el suelo con un cuchillo, mientras la mujer estaba arrodillada sobre él con una sartén.
Ambos fueron llevados a la estación de policía, se documentaron sus lesiones y fueron sentenciados a servicio comunitario.
Desde que se casaron, tuvieron que trabajar en equipo limpiando calles.
Esto sólo condujo a discusiones aún mayores.
¡Basta ya! ¡Basta de historias! ¡Solo sepárennos! ¡Dennos nuestra libertad!
Todavía no estoy del todo seguro del motivo de tu divorcio. ¿Es cierto que fue por un tarro de pepinillos?
“¡Eso no era sólo un frasco de pepinillos!”
«Esa tarde volví a casa del trabajo sin demasiada hambre, pero en el frigorífico había pepinos que me había regalado mi madre».
“¡Que me regaló mi suegra!”
«En fin, tenía antojo de estos pepinos. Y él llegó a casa del trabajo y empezó a gritarme que los devolviera.
¡Estuve soñando con estos pepinos todo el día!
Habíamos traído tantas cosas buenas del país, y finalmente quise probar estos pepinos. ¿Y qué vi? ¡Se los come directamente del frasco!
¿De verdad fue tan difícil volver al pueblo y conseguir más? ¿O no pudiste llevarte varios frascos?
Esta discusión podría haber durado eternamente si la jueza no hubiera tenido que contener la risa en algún momento.
Ella sugirió que la pareja regresara en tres meses para que tuvieran tiempo de pensarlo todo.
Para el policía también estaba claro: aquella pareja no quería realmente divorciarse.
No lo necesitaban, porque vivir juntos era realmente agradable.
Sólo había que darles un poco de tiempo para que se reencontraran.
Y así sucedió: nadie se presentó en el tribunal en la fecha acordada.
Esta pareja quedó en la memoria de todos los presentes en la sala durante mucho tiempo; todos rieron con ganas en ese momento.