Lejos del bullicio de la ciudad, Wayne Adams y Katherine King llevan casi 30 años viviendo allí. Llaman a su propiedad «Freedom Cove» y aseguran que no la cambiarían por ningún piso de lujo.
Su insólita aventura comenzó en 1992, cuando la joven pareja decidió dejar atrás la bulliciosa ciudad y construir su pequeño hogar sobre el agua.
Su primer hogar fue una modesta casa flotante de 15 metros donde incluso se casaron. Pero con los años, su sueño creció con ellos.
Cuando llegaron los niños a la familia, quedó claro que había que ampliar el lugar. Así, paso a paso, de una simple casita de campo creció toda una isla, reminiscencia de las ilustraciones de un cuento de hadas.
Hoy «Freedom Cove» es todo un complejo sobre el agua. No sólo hay viviendas, sino también una amplia cocina, una galería de arte, un garaje para barcos e incluso un faro de verdad que ilumina las aguas nocturnas.
A pesar de la lejanía de la civilización, Wayne y Katherine tienen todo lo necesario para vivir cómodamente. La electricidad la generan paneles solares, y el calor lo proporciona una vieja estufa de leña.
Además, la pareja se dedica de lleno a la agricultura. Han construido cinco invernaderos donde cultivan frutas y verduras frescas.
