Antes de la fiesta corporativa de mi marido, decidí hacerle una broma y escribir algo en su pecho que revelara un secreto inesperado.

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Travis tenía que ir a un evento de la empresa y decidí jugar un poco. Antes de irme, escribí un mensaje en su pecho, sólo por diversión. Fue un mensaje ligero, no muy serio: “Este es mi marido. Si lo tocas, no será fácil para ti”. Ambos nos reímos y él se alejó sin pensar que esto podría tener consecuencias.

Después de que él se fue, me quedé a cargo de mi vida en casa. Descansé, revisé las noticias, vi películas, tratando de no pensar en lo que había pasado. Pero cuando Travis regresó, me di cuenta inmediatamente de que estaba claramente borracho. Apenas podía mantenerse en pie y sus palabras sonaban diferentes a lo habitual. Era evidente que la noche había sido un éxito, pero sentía que algo no iba bien.

Lo ayudé a quitarse la ropa y lo envié al dormitorio. Cuando comencé a quitarle la camisa, noté un mensaje extraño en su espalda. En mi texto alguien escribió: “Quédate con el resto”. Esto me preocupó inmediatamente. ¿Quién pudo haber escrito esto? ¿Y por qué no me lo dijo cuando regresó? Al principio pensé que era solo una broma, pero no pude evitar sentirme ansioso.

 

Por la mañana, decidí preguntarle a Travis cómo había estado su noche. Dijo que empezaron en una oficina, luego fueron a un bar de karaoke y terminaron en una discoteca. Sin embargo, cuando mencioné el nuevo mensaje en su espalda, pareció confundido y respondió que probablemente uno de los chicos lo había escrito. “Estábamos todos un poco borrachos, ¿sabes?”, dijo. Intenté calmarme, pero algo dentro de mí me decía que no todo era tan simple.

Hablé con mi madre y le compartí mis pensamientos y dudas. Ella me aconsejó instalar un rastreador GPS en el auto de Travis para aclarar la situación. Al principio pensé que era demasiado, pero con el tiempo la decisión empezó a parecerme cada vez más razonable. Si ayudaba a calmar mis miedos, estaba dispuesto a intentarlo.

Después de unos días, instalé un rastreador y comencé a seguir sus rutas. Todo continuó con normalidad hasta que un día Travis dijo que se quedaría más tiempo en el trabajo. Verifiqué su ubicación y descubrí que no se dirigía a casa sino a otra parte de la ciudad. Mis ansiedades se intensificaron. Decidí seguirlo.

Lo seguí y me encontré en una zona que no conocía. Era un barrio prestigioso con casas caras. Me quedé en el coche, observando su comportamiento. Después de un rato, vi su coche detenerse frente a una de las casas. Salió y se dirigió a la puerta, y dos horas después regresó con una mujer. Estaban hablando, riendo y lo vi besarla. No podía creer lo que vi. Todo quedó claro.

Tomé algunas fotografías con mi teléfono y luego salí del auto. Cuando Travis me vio, se sorprendió. Me acerqué a la mujer y le pregunté: “¿Dejaste un mensaje para mi marido?” Ella me miró y respondió con calma: “Te mereces algo mejor”. “Él no merece tu atención.” Fue un golpe al corazón. Miré a Travis, él estaba parado a un lado, sin saber qué decir ni cómo defenderse.

No continué la conversación. Me di la vuelta y caminé de regreso al auto. Travis se quedó allí, sin intentar detenerme. Mientras estaba en el auto, recibí un mensaje de texto de mi mamá dándome el número de un abogado que podría ayudarme con mi divorcio. Mi madre supo inmediatamente que ese momento había sido decisivo para mí.

Sentí que ahora era el momento de cambiar mi vida. Me di cuenta de que ya no podía seguir en una relación con alguien que hacía eso. Con eso tomé mi decisión y no hubo ninguna duda en mi mente.

Llamé a mi abogado y comencé a prepararme para el siguiente paso. Travis había traicionado mi confianza y no le permitiría seguir siendo parte de mi vida.

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