— ¡No me llames más, estoy ocupado! —grité en el auricular. Y mi madre nunca más me llamó.

HISTORIAS DE VIDA

Tengo 44 años, tres hijos y un trabajo. Estoy constantemente estresado y ocupado. Todos los días después del trabajo tengo que cocinar, limpiar y hacer las tareas con los niños.

Mi madre solía ayudarme cuando los niños eran pequeños. A ella le encantaba pasar tiempo con ellos, dándome la oportunidad de relajarme. Pero cuando la hija menor cumplió 12 años, dejó de ayudar.

Mi madre empezó a llamarme cada vez con más frecuencia, aunque podía ayudarme con los niños. En cambio, habló durante horas sobre nada, distrayéndome de ocuparme de la casa.

A veces sus llamadas se volvían molestas. Un día estaba tan cansado que cuando ella me pidió que fuera a su casa, no pude evitarlo.

— ¡Mamá, deja de llamarme todos los días! Estoy en el trabajo todo el día y luego me ocupo de los niños y de la casa. ¡No puedo ir ahora! —grité en el teléfono. —Y no me llames más.

Colgué. Han pasado tres días. Mamá ya no llamaba y eso empezó a preocuparme. 😢

Ese día no pude esperar más y decidí acudir a ella en persona.

Cuando llegué a su casa, la puerta estaba cerrada. Llamé a la puerta, pero nadie respondió. Me puse ansioso y decidí abrir la puerta con llave. ⬇️⬇️⬇️

— Не звони мне больше, я занята,- крикнула я в трубку: и больше мама не звонила мне 
– No me llames más, estoy cansada- gritó en el tubo: y mamá no me llamó más.

Cuando entré en la casa, la llamé, pero no hubo respuesta. Entré en su habitación y me quedé helado. Mamá permaneció inmóvil en la cama. Al principio pensé que sólo estaba durmiendo. Pero luego noté que su rostro se veía diferente: tranquilo, casi sin vida.

– ¿Mamá? —Susurré apenas audiblemente.

— Не звони мне больше, я занята,- крикнула я в трубку: и больше мама не звонила мне 

Silencio. Temblando, me acerqué y me di cuenta de que ya no estaba con nosotros.

– No me llames más, estoy cansada- gritó en el tubo: y mamá no me llamó más.

Las lágrimas corrían por mis mejillas mientras me acercaba a la mesa. Sobre ella estaba la caja con un teléfono nuevo.

“Tal vez lo compró para mí”, pensé. Probablemente me llamó dos días antes para contármelo e informarme sobre el regalo. Pero no lo entendí.

¿Por qué no vine antes? ¿Por qué no escuché sus peticiones? ¿Por qué estaba siempre tan ocupado que no podía dedicarle ni un momento?

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