Cuando Landon Whitley tenía 8 años, una ambulancia chocó con el coche de su familia el 19 de octubre de 1997, matando instantáneamente a su padre.
Landon sufrió heridas críticas y tuvo que ser reanimado varias veces ese día.
Su madre, Julie Kemp, recordó haber escuchado gritos, aunque no podía entender lo que estaba pasando.
Debido a la magnitud del daño sufrido por el automóvil, los rescatistas inicialmente no notaron a Landon, pero finalmente lo encontraron después de ver su zapato.
Lo llevaron en helicóptero al hospital, donde los médicos advirtieron a Julie que tal vez no sobreviviera.
También le dijeron que si sobrevivía, podría quedar en un estado infantil.
A pesar de estas sombrías perspectivas, Julie continuó orando con devoción por su hijo.
Durante este tiempo, Julie enfrentó una profunda crisis de fe, sintiéndose abandonada por Dios.
Con el corazón roto, luchó con sus emociones, especialmente en el funeral de su marido, donde continuó orando por la recuperación de Landon.
Contra todo pronóstico, dos semanas después, Landon salió del coma.
Más tarde, dijo que visitó el cielo y regresó con un mensaje de Jesús.
Para Julie, la supervivencia de su hijo fue un milagro y su recuperación fortaleció su fe, creyendo que era el resultado de sus oraciones.