Rosie y Ruby Formosa, de Bexleyheath en Kent, nacieron unidas por el abdomen, compartiendo un intestino. Esta condición, que amenazaba su vida, significaba que necesitaban una cirugía inmediata para sobrevivir. La posibilidad de separarlas parecía casi imposible, y los médicos advirtieron a sus padres que las probabilidades de supervivencia de las gemelas eran extremadamente bajas.
A pesar de las probabilidades, la familia mantuvo la esperanza, rezando por un milagro. Afortunadamente, después de una cirugía muy compleja realizada en el Great Ormond Street Hospital (GOSH) de Londres, las hermanas fueron separadas con éxito.
Reflexionando sobre el momento en que descubrieron que sus hijas estaban unidas, su madre, Angela, recordó: “A las 16 semanas, me enviaron al Hospital King’s College, donde confirmaron la conexión entre las niñas.”
“Fue devastador. Ya estaba ansiosa porque eran monoamnióticas (compartían el mismo saco amniótico), y el hecho de que estuvieran unidas era el peor de los escenarios. Estaba aterrorizada y destrozada porque me dijeron que había una gran posibilidad de que no sobrevivieran el embarazo.”
“Y si lograban sobrevivir, todavía existía el riesgo de que no superaran el parto o la cirugía. Los médicos no podían determinar exactamente cómo estaban unidas.”
“Ni siquiera me preparé para traerlas a casa. No fue hasta que se sometieron a la cirugía y se recuperaban en el hospital que mi esposo comenzó a pintar la habitación y a preparar todo.”
Cuatro años después de la exitosa operación, Rosie y Ruby estaban sanas y listas para empezar la escuela. Su orgullosa madre compartió lo emocionadas que estaban las niñas de conocer a su maestra y unirse a su hermana mayor Lilly en la escuela.
Aunque sus padres estaban encantados de verlas alcanzar este hito, admitieron que la casa se sentiría un poco vacía sin ellas durante el día escolar.
Nos alegra saber que estas hermosas niñas están prosperando. Les deseamos todo lo mejor que la vida tiene para ofrecerles.