Natalia Sakado nació y creció en San Petersburgo. Desde niña se interesó por los idiomas y tras terminar el bachillerato ingresó al Instituto Pedagógico, donde comenzó a dar clases de inglés mientras aún estudiaba.
Su vida continuó normalmente hasta que conoció a unos estudiantes de Ghana en 2008. En ese momento, Natalia sabía poco sobre este remoto país de África occidental, pero este encuentro cambió su destino. Entre los estudiantes estaba Frank, un joven serio y sencillo. Durante seis meses se reunieron sólo en el círculo de amigos mutuos, sin intercambiarse una sola palabra.
Pero en algún momento, Frank reunió coraje y le hizo a Natalia una sugerencia inesperada: deberían tener una cita, conocerse mejor y, eventualmente, casarse. Su franqueza y confianza en sí misma impresionaron a la muchacha, y decidió darle una oportunidad a esta inusual historia.
Cuando Natalia quedó embarazada, se enfrentó a una faceta inesperada del matrimonio intercultural. Un día recibió un mensaje aterrador de un desconocido en una de las redes sociales.
La acusó de traición y escribió que ella “se había entregado a un lagarto y ahora tendría un hijo con sangre verde”. Estas palabras asustaron tanto a Natalia que durante mucho tiempo no pudo recobrar el sentido.
Cuando nació su primogénito, Natalia tenía miedo de sacarlo a pasear. Cada vez que salía, estaba atento a las amenazas.
