Un anciano le pidió permiso al gerente del supermercado para quedarse adentro durante la noche para protegerse de la lluvia, pero la respuesta del gerente sorprendió al anciano.

HISTORIAS DE VIDA

El anciano entró al supermercado para protegerse de la lluvia torrencial y le preguntó al gerente si podía quedarse hasta que parara la lluvia.

El gerente, sin reconocerlo, trató de pedirle que se fuera, pero cuando se reveló quién era realmente este anciano, fue un verdadero shock para los empleados de la tienda.

El anciano había salido a dar un paseo nocturno cuando de repente comenzó a llover fuertemente afuera. Para buscar refugio, decidió entrar al supermercado más cercano y esperar a que parara la lluvia para continuar su camino.

Cuando entró, el gerente de la tienda, que había trabajado en el supermercado durante muchos años, se fijó en él de inmediato. El gerente se acercó al hombre y le dijo::

— Si no tiene la intención de realizar ninguna compra, abandone la tienda.

El hombre le pidió permiso al gerente para quedarse hasta que parara la lluvia, pero recibió una respuesta completamente diferente:

— Aquí no hay lugar para descansar o refugiarse de la lluvia. repeat Repito: si no tiene la intención de realizar ninguna compra, abandone la tienda, — dijo el gerente con firmeza, mientras el personal de seguridad ya estaba parado cerca.

El anciano finalmente fue escoltado fuera del supermercado bajo la lluvia torrencial sin el menor remordimiento. No podía ni siquiera imaginar que este hombre de edad avanzada que realmente era, con quien se había comportado tan inhumanamente.

Al día siguiente, el anciano regresó al supermercado. Los empleados pensaron que había venido a disculparse por el incidente de ayer, pero cuando se reveló quién era realmente, sacudió a toda la tienda y dejó a todos atónitos.

Pero cuando el hombre se acercó, quedó claro para todos que no era un transeúnte común. Era un conocido veterano de la ciudad, un hombre cuyas hazañas y logros eran conocidos por casi todos. Su presencia cambió de inmediato el ambiente: el miedo y la irritación dieron paso al respeto y la vergüenza.

— Me disculpo por lo de ayer-comenzó el gerente, pero el anciano sonrió gentilmente y negó con la cabeza, negándose.

— No son necesarias disculpas — dijo. — Pero recuerda: las personas deben ser tratadas humanamente, sin importar cómo se vean.

Los empleados de la tienda, especialmente el personal de seguridad, sintió vergüenza y asombro. Este hombre, un símbolo de la valentía y la nobleza, nos recordó una vez más que la apariencia y el estado no determinan el valor de una persona.

En la tienda, la gente comenzó a hablar de su historia y los hechos, y Lewis, un joven empleado que ayudó al azar a los visitantes, se dio cuenta de que es precisamente este tipo de encuentros, que puede cambiar los corazones de la gente.

Ese día, el supermercado se convirtió no solo en un lugar para comprar, sino en una verdadera lección de humanidad para todos los presentes.

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