La señora vivía en la planta baja de un edificio antiguo, con las ventanas empañadas y plantas muertas abandonadas en el alféizar. Nadie la conocía bien. Los vecinos solo sabían que, todos los días a las seis, salía con una bolsa descolorida y se acercaba a los cubos de basura. Allí se quedaba un buen rato, rebuscando con cuidado, como si buscara algo específico.😊😊
—Está ahí otra vez…
— ¿Quizás colecciona botellas o restos de comida?
— En mi opinión, su cabeza no está bien.😭😭
—Algunos dicen que es una bruja… Tiene mirada de búho, dijeron.
En el mismo edificio vivía una niña de nueve años que a menudo la observaba desde la ventana. 😍No entendía por qué aquella anciana hacía siempre lo mismo. Una mañana, la curiosidad venció al miedo. Cuando su madre se fue a trabajar, la niña bajó al patio y se acercó.
El resto está en el primer comentario.👇👇
– Abuela… ¿perdiste algo?
La mujer no respondió, siguió buscando entre la basura: nueces, trozos de papel, trapos sucios. De repente, se detuvo. La niña esperaba oír que buscaba comida, pero las palabras que escuchó la dejaron sin aliento:
– ¿Has visto un bebé recién nacido aquí?
La niña quedó en shock.
— ¿Qué?
Un bebé… muy pequeño… envuelto en una manta. Lo perdí. Debe estar por aquí.
Después de decir esto, volvió a hurgar en las bolsas sin siquiera mirarla.
La niña corrió a casa, conmocionada. Por la noche le contó todo a su madre, quien palideció y dijo en voz baja:
– No hables más con ella, ¿entendido? Aléjate.
Una semana después, la anciana fue encontrada muerta cerca de los contenedores, tras sufrir un derrame cerebral. Llegó la ambulancia, pero ya era demasiado tarde. Los cuidadores se llevaron su desgastada bolsa, la que siempre llevaba consigo.
En los días siguientes comenzaron a circular rumores entre los residentes:
– ¿Oíste lo que descubrieron sobre ella?
– ¿Sobre quién?
Sobre esa anciana. A los quince años dio a luz en casa, a escondidas. Al parecer, el padre del niño era un vecino, un hombre que le doblaba la edad. Lo habían ocultado todo. Después de dar a luz, tiró al recién nacido a la basura. Su madre la golpeó y la echó de casa.
— Dios mío…
Desde ese día, perdió la cabeza. A veces estaba en un hospital psiquiátrico, otras veces volvía a casa. Al final, se encerró por completo. Y todos los días iba allí, entre la basura… buscando al hijo que había perdido.