Tras el fallecimiento de mi marido, mi mundo se puso patas arriba. Vivir sola a los 71 años no fue fácil. Sólo la idea de estar al lado de mi nieto me daba esperanzas de que la vida podría volver a ser soportable.Desgraciadamente, de la nada, me apartaron de su vida. Mi nuera insistió en que no debía seguir viendo a mi nieto Timmy.
Le conté lo del mensaje del avión de papel y me prometió que intentaría averiguar si mi hijo y mi nuera tenían algún problema.
Por desgracia, las noticias eran terribles. Gracias a sus contactos en la policía, Billy se enteró de que mi hijo estaba siendo investigado por tráfico de drogas y que mi hija estaba involucrada con gente muy peligrosa a la que también se acusaba de traficar con drogas.
No podía creer que hicieran algo así. No con su hijo en casa.Billy sugirió que nos pusiéramos en contacto con los servicios sociales, y eso es exactamente lo que hice.
Determinaron que Timmy era testigo de abuso de drogas, violencia doméstica y otras actividades delictivas, así que se lo llevaron de casa.
Me concedieron la custodia temporal sobre él y, por desgracia, tanto mi hijo como su mujer acabaron en la cárcel.
Criar a un niño a mi edad no era fácil, pero tenía que hacerlo, y estaba más que dispuesta a ello.
