Cuando Sonia Todd, una mujer extraordinaria de Moscú, Idaho, se enfrentó a la realidad de su muerte inminente a la edad de tan sólo 38 años, decidió tomar el asunto en sus propias manos. Rechazando el formato tradicional de obituario, Sonia escribió su propio obituario, lleno de humor, sabiduría y verdad sin filtros. No sabía que sus palabras resonarían mucho después de su muerte, inspirando a otros a reflexionar sobre sus propias vidas.
En su sentido obituario, Sonia minimizó sus logros y dijo que había logrado muy poco en su vida. Sin embargo, sus palabras demostraron ser un logro increíble en sí mismas. Al reconocer a sus dos amados hijos, James y Jason, a su amado esposo Brian y su fe en el Señor Jesucristo, Sonia sentó las bases de un testamento conmovedor que capturó la esencia de quién era ella.
En lugar de depender de otros para crear una versión embellecida de su vida, Sonia tomó la valiente decisión de compartir su verdad. “Simplemente traté de hacer lo mejor que pude”, expresó con humildad. “A veces lo logré, la mayoría de las veces fracasé, pero lo intenté”. Detrás de sus ingeniosos comentarios y quejas, Sonia reveló un profundo amor por las personas y admitió que sus arrepentimientos surgían de las pequeñas formas en que pudo haber lastimado a otros.
Sonia no se echó atrás ante los desafíos de su vida. Admitió con franqueza que enfrentó numerosos obstáculos, particularmente durante sus años de formación. A pesar de estos desafíos, sacó fuerzas de cada dificultad y encontró valiosas lecciones en cada paso en falso. Incluso en el chiste, Sonia encontró consuelo en el hecho de que morir joven significaba que ya no tenía que preocuparse por los préstamos escolares o los temores diarios de la vida.
A quienes cuestionaron el carácter morboso de su obituario escrito por ella misma, Sonia respondió con gratitud. Consideró esta oportunidad como una oportunidad para expresar su sincero agradecimiento a todos aquellos que habían dado forma a su vida. Desde sus seres queridos que la apoyaron, hasta aquellos que se rieron con ella, la cuidaron y le enseñaron valiosas lecciones, Sonia se sintió inmensamente bendecida.
Sin embargo, fueron las últimas palabras de Sonia las que dejaron un impacto duradero. En su obituario, instó a otros a realizar cambios significativos en sus vidas. Animó el voluntariado en escuelas, iglesias o bibliotecas, escribiendo cartas sinceras para expresar gratitud y marcando una diferencia positiva en el mundo. El consejo de Sonia fue simple pero poderoso: dejar de fumar, dejar de beber y conducir, conectar con los niños, perdonar lo imperdonable y difundir alegría siempre que sea posible.
Hoy tenemos el privilegio de honrar la memoria de Sonia Todd cumpliendo algunas de sus más sentidas peticiones. No esperemos hasta que sea demasiado tarde para apreciar los placeres simples de la vida. El legado duradero de Sonia nos recuerda a todos que debemos apreciar a nuestros seres queridos, abrazar la positividad y marcar la diferencia en nuestras comunidades. Todavía tenemos tiempo para vivir de sus sabias palabras.